viernes, 11 de enero de 2019

Me voy de Cryptosolartech




Contra todos los avisos que me anunciaba que las ICOs eran muy peligrosas, quise entrar en una para ver en qué consistían. Elegí Cryptosolartech porque era un proyecto que en principio me gustó. Siendo el consumo de energía el gran problema de las granjas de minería de criptomonedas esta empresa lo solucionaba tomándola directamente de una fuente inagotable como es el Sol.

El primer problema que encontré nada más entrar en la empresa con lo que yo creía una pequeña participación fue la incomunicación. El Libro Blanco fundacional era un galimatías ininteligible lleno de mil erratas que se fuero subsanando en posteriores ediciones. El simple hecho de enterarme cuál era el estatus jurídico de la empresa me llevó un sin fin de preguntas, realizadas insistentemente, hasta que me enteré, en mayo de 2018, ver este blog, de que era una Sociedad Limitada Unipersonal, algo que por ley tenía que venir especificado en el Libro Blanco, aclarando lo que suponía el constituirse en una sociedad de este tipo. El nombre de la empresa debía venir seguido de las iniciales S.L.U.

La ICO iba avanzando a duras penas. Salvo cuatro inversores que me parece recordar aportaron unos cinco millones de euros, todos los demás no eran multitud y sus aportaciones mínimas. Esto hizo que con mi aportación en la Pre-ICO me situara entre los 10 primeros poseedores de tokens. Y de repente, cuando la ICO estaba a punto de terminar una extraña inversión, de un fondo radicado en Singapur, compran 50 millones de euros de CST a un precio especial de 0,07€/CST, en vez de 0,10€/CST que es lo que valían en aquella última etapa de la ICO.

La composición tan desigual de la compañía tampoco me gustaba nada. Un inversor que poseía el 90% de la empresa, cinco inversores que poseían el 9,75% y el resto, unos 3.500 inversores que sólo habían aportado el 0,25% de la compañía. El que no hubieran encontrado en todo España 3.000 inversores que hubieran invertido entre 10 mil y 100 mil euros con una media de 25 mil euros cada uno y 75 millones en total, desde mi punto de vista, no presagiaba nada bueno. Significaba que el proyecto no era atractivo para auténticos inversores.

Otro gran disparate, desde mi punto de vista, fue el de las recompensas o bounties. Hubiera sido mucho más útil hacer propagando por los sistemas tradicionales y usando medios más actuales como las redes sociales y la prensa especializada que se publica en internet. Ya hemos visto ahora como los 22 millones de CST entregados como recompensas están tirando los precios en las casa de cambio o exchanges. Si todo el mundo hubiera pagado como mínimo 0,05€ por sus CST, nadie hubiera vendido por menos de ese precio.

Pero aún faltaban los dos últimos hechos que determinaron mi salida de Cryptosolartech. El primero, paradójicamente, fue el anuncio de que se aseguraba una rentabilidad anual fija del 36% a los que se acogieran al minado en grupo. Por más que pedí datos de cómo se podía garantizar esta rentabilidad no recibí como respuesta ningún cálculo fiable. Según mis cálculo, y con los datos que ellos habían dado en el Libro Blanco la rentabilidad dependía lógicamente del número de monedas minadas o extraídas y la cotización de estas. Esto arrojaba una rentabilidad que podía ir del 1% al 50%. Todos estos datos están en este blog.

El dato que colmó mi paciencia fue que no me contestaran a unas preguntas muy concretas. Era absolutamente incomprensible para mí, que una empresa que en teoría tenía unos 55 millones en caja siguiera teniendo en diciembre solo ocho máquinas de minería (la fotografía es patética). Pregunté cuantos ASICs habían comprado ya, para primeros de diciembre, y cuál era el plan de compra hasta tener los 3.000 ASICs el 1 de abril. Nadie me contestó, incluso hubo inversores que se ofendieron porque hiciera tales preguntas. Esto decidió que me saliera de la empresa.

Por esas fechas se volvió a recordar que aquel que quisiera podía acogerse a la opción de devolución de la inversión. No lo dudé. Escribí un mensaje privado solicitando la devolución de mi inversión, recibí un correo-e con un formulario adjunto, lo devolví cumplimentado, se me indicó una dirección a la que debía transferir todos mis CST y al cabo de unos días recibí en la cuenta de mi banco el importe de mi inversión en euros.

Todo esto no quiere decir que al final la empresa no funcione bien y deseo, tanto para el equipo como para los inversores, los mayores de los éxitos.